Del amor y sus demonios


Supongo que he de pedir permisos, disculpas y demás venias a todos aquellos antiguos bloggers que han ensalzado este hobbie a un nivel, decente, de pasatiempo periodístico.


También se supone que este blog debe tratar problemas políticos, literarios, y de más artes cultas que hinchan los egos de sus dueños, que desde Quilca hasta Café zeta, ida y vuelta, llevan la escarapela de la cultura, como una marca de animal superior sobre sus cuerpos de animales inferiores.

Pero esta vez he prefiero sacar mis demonios más cursis, de una adolescencia, ya, muerta, que esta presunta juventud ha plagiado con enorme talento, para mi martirio, aunque claro; las situaciones por las cuales mis angustias palpitan y se aceleran son diferentes a aquellas de antaño.

Cuando uno llega a la cumbre de alguna etapa en la vida, cree que lo sabe todo , que a partir de allí el patrón se ha de repetir infinitamente, que lo nuevo puede resolverse por jurisprudencia, y todo tendrá una solución racional digna de un amante que ha vivido algunos años amasando su conocimiento en dichas artes, permitiéndole un dominio claro y certero de cualquier problema que se presente.

¡Que iluso eres! me diría la estimada por quien enveneno mi blog con cursilerías y cuelgo mis deseos de hacer de este espacio, uno más entre tantos, de opinión sesuda de los temas de interés nacional; aunque supongo que las desgracias acaecidas por el amor llegan a ser de interés mundial, y eso es más o no.

Cuánto vale que te diga TE AMO, si deseas te lo digo, pero te llegaría y por último me mandarías, sin roche, a la mierda por confianzudo, sí a ti mi estimado lector (Salvo, quizás, mi madre, mi hermano que lo leerá por obligación y amigos, aunque los que me quieren supongo que llegarán hasta la línea de iluso y me dirán sí está en algo) a ti te importaría escuchar o leer un TE AMO, como una frase más. Sabes que no, que esas malditas dos palabras son sagradas, porque aunque seas el "rico" más "rico" de tu barrio y "la flaca" más "ponedora" de la cuadra y alrededores, un Te amo de quien deseas oírlo no sólo viaja hasta tus oídos, penetra, sin licencia, por todo tu cuerpo, se embadurna con tu mente y juega con las ilusiones futuras y te llena de ese otro maldito sentimiento, por el cual los griegos se preocuparon tanto, la esperanza.

Aunque en fin, sí ahora puedes intercambiar microbios alegremente con "la flaca" que te da "bola" o "el cuero" que te hace sonrojar, pues carpe diem mis estimados y estimadas, disfruten mientras puedan, porque: "Todo tiene su final, nada dura para siempre, tenemos que recordar que no existe eternidad".

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